Aunque se piensa que gran parte de las decisiones de compra se toman en base a la razón, nuestras compras son mayoritariamente emocionales.
El cerebro tiende a recordar mejor lo que genera una emoción intensa, ya sea alegría, ternura, nostalgia o incluso tristeza. Nuestra marca juega un papel decisivo en esta reflexión debido a cómo la percibe el cliente y, sobre todo, al grado de confianza que deposita en ella.
Se estima que una persona puede recibir un promedio de entre 3000 y 5000 impactos diarios. La saturación publicitaria presenta señales negativas en los consumidores, como fatiga, rechazo y presión de compra. La lucha por conseguir que el usuario final nos mire es cada vez más compleja. Las emociones ayudan a construir una narrativa única que distingue a una marca de otra.
El marketing emocional consiste en apelar a los sentimientos, valores y estados de ánimo de nuestros clientes, asumiendo siempre que nuestros productos tienen características funcionales óptimas. Contamos historias y experiencias reales que captan y atraen la atención de nuestra audiencia de forma natural. Si estas historias, además, no tienen conexión con nuestros productos, es decir, no queremos venderlos, sino contar una historia que ayude a transformar y mejorar el mundo, estamos en el nivel más alto en cuanto a conexión emocional con el cliente.
Marketing emocional, una estrategia transformadora
No conviene explotar el miedo de nuestro entorno, sino declararnos un aliado colaborador y transparente en tiempos difíciles. Nuestro objetivo es construir vínculos más profundos y duraderos basados ??en la confianza y la lealtad.
Tampoco es fácil comunicarse con nuestro sector, tradicionalmente considerado incomprensible y burocrático. Nuestra oferta es demasiado técnica y, aunque debemos mejorar en este aspecto, el marketing emocional se erige como una estrategia transformadora . Las marcas que logren emocionar con honestidad tendrán una clara ventaja competitiva.
Claridad y fácil comprensión en nuestro mensaje . Comunicamos claramente las coberturas, exclusiones y precios. Nuestras pólizas no son solo documentos, sino símbolos de confianza y apoyo emocional para quienes depositan su bienestar en nosotros. La emoción es inseparable de la ética y la transparencia.
Competir en precios o cobertura ya no tiene sentido
Transferimos estímulos sensoriales no solo a una campaña publicitaria, sino a toda la estructura de nuestra organización, por ejemplo, en nuestras oficinas, con entornos que inspiran calma y confianza, o con nuestras automatizaciones que utilizan mensajes proactivos con un tono más empático y alegre. También podemos hacerlo en eventos empresariales mediante vídeos experienciales con historias inmersivas que mantienen conectado a nuestro futuro cliente. Pero no olvidemos otros departamentos, como los que están en contacto permanente con los clientes, como Reclamaciones , que intentan brindar un apoyo cercano, con una comunicación constante, transparente y cálida. La conexión emocional debe ser evidente cuando el cliente es más vulnerable.
En este campo, debemos recurrir a nuevas métricas que nos ayuden a saber si estamos consiguiendo nuestro objetivo , como las encuestas de sentimiento, así como conocer más a fondo el análisis de comentarios en redes sociales que nos ayuden a ajustar los mensajes en función del feedback emocional.
Estamos progresando rápidamente en el sector asegurador y logrando un alto nivel de comunicación mediante este tipo de marketing. No es una opción más; su implementación es obligatoria. Competir por precios o cobertura ya no tiene sentido . Conectar con el cliente a través de las emociones puede transformar la percepción del servicio, de algo utilitario a algo esencial y humano.